Me encuentro en Expansión el siguiente artículo del director de redacción del periódico, Iñaki Garay:
Si el presidente tuviera que hacer la crónica de un partido de fútbol empezaría diciendo eso de “partido de poder a poder”. Dado como es a la concreción añadiría aquello de “son once contra once, nadie quiere perder, todos van a sudar la camiseta”. Abusa tanto de los lugares comunes que, cinco años después, resultan poco creíbles sus recetas.
No es que diga nada que no le suene bonito a los que esperan una señal del cielo, el problema es que no ha dicho nada nuevo ni profundo. Vuelve a proponer soluciones universales para problemas específicos. Debemos mejorar la competitividad, crear empleo, garantizar las pensiones, consolidar el gasto social, dar de comer al hambriento y de beber al sediento… Todo bonito, pero ¿cómo? Pues arrimando el hombro. Esta es la frase tonta del año y lo peor de todo es que se han abonado a ella políticos, periodistas y toda suerte de repetidores sin saber cuál es exactamente su significado. Cuando la oigo me sienta peor que la peineta de Aznar.
Parafraseando a Groucho se podría decir aquello de que, hasta ahora, el presidente ha hecho de la política el arte de negar los problemas, hacerse el encontradizo con ellos, elaborar un diagnóstico falso y, finalmente, aplicar los remedios equivocados. Los resultados están a la vista. Son muy malos y sólo el sentido común de Campa, aplicado a su nueva labor de vendedor internacional de esperanza, han contribuido a endulzarlos. Veremos cuánto dura el idilio con los mercados después de la visita ayer de Zapatero, diciendo exactamente lo contrario que su secretario de Estado.
Henry Miller, que antes de triunfar con su literatura provocativa vivió en la más absoluta miseria, decía que cada dificultad a la que uno se enfrenta es una experiencia que te ayuda a madurar. Y yo esperaba que en algún momento apareciera ante el público un Zapatero maduro, desprovisto de envoltorio. Un presidente dispuesto como Miller a decir obscenidades del tipo: “vamos a recortar el gasto social hasta que podamos permitirnos el lujo de tener gasto social”. O “la prioridad de más de cuatro millones de parados tiene que ser tener un empleo lo más estable posible y no tener derecho a un despido estable con 45 días de indemnización” . Pero no; ha aparecido de nuevo un personaje previsible que habla de responsabilidad con la luz apagada.
Si se trata de pactar, de arrimar el hombro, espero que no sea a un hierro candente, a una trampa de fuego. Cuando Zapatero habla de deber recuerdo aquello que decía Oscar Wilde: “El deber es lo que esperamos que hagan los demás, no lo que hacemos nosotros mismos”.
2 comentarios:
Soy de la opinión de que uno no se puede arrimar a Zapatero para nada. En este caso hay que dar la razón a Rajoy, que eso si parece saberlo bien.
Saludos
Si fuera cierto lo anunciado por Zapatero, esa "recuperación en ciernes", esa "inminente salida del túnel", sería ilógico que hiciera partícipe del éxito al PP.
Conociendo el paño, la jugada está clara. Esperemos que Rajoy no caiga, una vez más, en esa condescendencia flácida, maleable y laxa tan al uso, en aras de un malentendido sentido de Estado.
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