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domingo, 18 de julio de 2010

La política alucinógena

Lo que pasa en Cataluña y sus sentimientos de nación bien podrían ser comparables a la noticia sobre que Nicholas Cage dio de comer a su gato setas alucinógenas. Dice el actor que durante horas estuvieron tumbados mirándose y llegó a considerarlo como un hermano. No hablaré de nuevo sobre Montilla y de los que se manifestaron el sábado pasado por la independencia (quién sabe cuántas setas se trincaron unos y otros, pero todos ellos se sintieron nación aunque algo debió ocurrir porque en la juerga no parecía encajar el honorable president), sino de unas declaraciones que muestran que la idiocia de algunos catalanes (la de los nacionalistas) también penetra en el PP catalán, con Alicia Sánchez Camacho diciendo que está la mar de feliz con la sentencia del estatuto y que hará lo mejor para la marca catalana del PP y no del nacional. Nacionalismos hasta en los partidos de ámbito nacional.

Bueno, lo cierto es que la mayoría de los políticos no entienden una cosa fundamental en democracia: a quienes se deben son a los españoles, y concretando, a sus votantes, no al partido. Pero eso sólo es válido cuando hablamos de democracia, lo que tenemos en España es un sucedáneo del poder del pueblo: una partitocracia. Este caso es igual de vomitivo que el de Alonso con otro diputado del PSOE conminándole a dejar sus valores en casa y que a quien se debe es al partido. "La opinión es libre, pero la lealtad al grupo es obligada". Como alegato al totalitarismo es muy buena. Entonces, ¿para qué tener 350 diputados? Que vayan los cabezas de lista de cada partido con el total de votos y así nos ahorrarían esos sueldos y ver la Cámara semivacía.


Por cierto, hoy se cumplen 74 años del Alzamiento contra el proceso revolucionario golpista de las izquierdas que fue lo que acabó con la República. No seré yo quién apoye incondicionalmente una dictadura, pero visto lo que llegaron a hacer los del Frente Popular entre 1931-1936 cuando se suponía que había democracia y las luchas intestinas dentro del bando popular durante la guerra en que se mataban entre sí, suerte que ganaron los nacionales. El "mirar hacia adelante" y el renunciar a la historia ha hecho que esos hechos se olvidaran y que mayoritariamente se piense que el gobierno de julio del 36 era legítimo.

1 comentario:

Natalia Pastor dijo...

Estamos asistiendo a una repetición de lo acontecido en 1934 cuando Companys y el Parlamento catalán,a instancias de su conseller de ERC Dencás, proclamaron una mañana la independencia de Cataluña por las bravas.
Cambia el escenario in tempore, pero los clichés siguen siendo los mismos se mire por donde se mire.
Esto es un golpe de estado camuflado en toda regla, y más aún, cuando está por medio un Presidente del Gobierno que juró aquello de "defender España", y "guardar y hacer guardar la Constitución".